Evalúa la función renal y diseña planes de tratamiento personalizados para mejorar la salud del paciente.
Además de tratar las enfermedades renales primarias, también manejan complicaciones relacionadas, como la hipertensión arterial y las complicaciones diabéticas que pueden afectar los riñones.
Supervisan procedimientos de tratamiento renal avanzado, como la diálisis peritoneal y la hemodiálisis, y coordinan trasplantes renales cuando es necesario.
También conocida como Insuficiencia Renal Crónica, es una condición médica caracterizada por el daño progresivo e irreversible de la función renal. Este deterioro afecta la capacidad de los riñones para filtrar desechos y líquidos del cuerpo de manera eficiente.
Daño renal leve con una TFG normal o alta (mayor a 90 ml/min). En esta etapa, los síntomas suelen ser mínimos o inexistentes.
Daño renal leve con una ligera disminución de la TFG (60-89 ml/min). Los síntomas pueden ser leves y es posible que no se noten cambios significativos en la salud.
Daño renal moderado con una reducción mayor de la TFG (30-59 ml/min). Los síntomas pueden incluir fatiga, hinchazón y cambios en la orina.
Daño renal severo con una TFG significativamente reducida (15-29 ml/min). Los síntomas se vuelven más evidentes y es necesario planificar el tratamiento avanzado.
Insuficiencia renal terminal con una TFG inferior a 15 ml/min. En esta etapa, se requiere tratamiento de sustitución renal, como diálisis o trasplante renal, para mantener la vida.
Suele ser una condición silenciosa en sus primeras etapas, lo que significa que muchos pacientes no presentan síntomas evidentes hasta que la enfermedad está avanzada.
La dificultad para dormir y el cansancio constante son comunes debido a la acumulación de toxinas en el cuerpo.
Disminución en la cantidad de orina, presencia de espuma en la orina o sangre en la orina.
Náuseas, vómitos, y falta de aire son síntomas que pueden aparecer a medida que la función renal disminuye.
La retención de líquidos puede causar hinchazón en pies, tobillos, manos y rostro. Además, la acumulación de desechos en la sangre puede provocar comezón.
Muchas personas con enfermedad renal reportan un sabor metálico en la boca y una disminución en el apetito.
Este proceso de evaluación incluye una serie de estudios exhaustivos que abarcan análisis de sangre, pruebas de orina y exámenes de imagen.
Sin embargo, hay ciertas condiciones que pueden impedir o retrasar la elegibilidad para un trasplante renal:
Los pacientes con cáncer activo o reciente deben estar libres de la enfermedad por un período determinado antes de ser considerados para un trasplante.
Infecciones no controladas pueden comprometer el éxito del trasplante y deben ser tratadas antes de proceder.
Condiciones psiquiátricas graves y no manejadas pueden afectar la capacidad del paciente para seguir el régimen postrasplante y comprometer su salud.
Anomalías severas en las vías urinarias pueden requerir corrección o pueden ser un impedimento para el trasplante.
Determinar quién puede ser un donante de riñón adecuado para ti implica varios pasos cruciales gestionados por tu equipo médico.
Aquí te explico el proceso general y los criterios importantes:
Los familiares cercanos, como padres, hermanos o hijos, son preferidos debido a la mayor probabilidad de compatibilidad genética, lo que puede mejorar la supervivencia del injerto renal. Sin embargo, amigos o conocidos también pueden ser donantes si son compatibles.
Primero que nada, el donante debe tener un tipo de sangre compatible con el tuyo, posteriormente se hacen prueba de histocompatibilidad (genes) que determinan supervivencia del injerto.
El donante debe estar en buenas condiciones de salud. Esto incluye no tener enfermedades crónicas, infecciones, ni condiciones que puedan afectar su capacidad para vivir con un solo riñón.
El donante debe firmar un documento que certifique que su decisión de donar es completamente voluntaria y que no ha recibido ningún tipo de pago a cambio.
Una vez identificado un donante compatible y saludable, tu equipo médico procederá con la planificación del trasplante. Esto incluye la preparación preoperatoria para ambos, asegurando que estén listos para el procedimiento.
El Monitoreo Ambulatorio de Presión Arterial es un brazalete con monitor ligero que mide la presión arterial de manera continua y dinámica durante 24 horas mientras realiza sus actividades diarias.
El MAPA es particularmente útil en las siguientes situaciones:
Para pacientes cuyos niveles de presión arterial no se estabilizan adecuadamente con el tratamiento estándar.
Permite a los médicos ajustar y optimizar el tratamiento antihipertensivo basado en mediciones precisas y continuas, asegurando que la presión arterial se mantenga dentro de los rangos deseados a lo largo del día y la noche.
Es útil para confirmar el diagnóstico de hipertensión, especialmente en casos de hipertensión de bata blanca (elevación de la presión arterial solo en el entorno clínico) o hipertensión enmascarada (presión arterial normal en el consultorio pero elevada en otros momentos).
Es un procedimiento diagnóstico esencial en diversas situaciones donde es necesario obtener información detallada sobre la condición de los riñones.
Cuando la causa subyacente de la enfermedad renal no puede determinarse a través de otros métodos diagnósticos, una biopsia renal puede proporcionar claridad sobre la patología específica.
Una biopsia renal puede ayudar a identificar enfermedades subyacentes como glomerulonefritis o nefropatías.
En casos donde la función renal se deteriora repentinamente y sin una razón obvia, una biopsia renal puede revelar inflamación, infecciones, o daño estructural que no se detecta con pruebas de imagen o análisis de sangre.
Una biopsia puede confirmar o descartar el rechazo del injerto, permitiendo ajustar el tratamiento inmunosupresor de manera adecuada.
En pacientes con lupus eritematoso sistémico que presentan síntomas de afectación renal, una biopsia renal puede determinar el tipo y la gravedad del daño renal, lo cual es crucial para decidir el tratamiento adecuado.
La decisión sobre el tratamiento adecuado depende de varios factores, incluyendo la localización, tamaño, y composición de las piedras, así como el grado de afección renal.
Aquí te explico las opciones de tratamiento:
En algunos casos, las piedras pequeñas pueden ser tratadas con medicamentos que ayudan a disolverlas o facilitarlas para que sean expulsadas del cuerpo a través de la orina.
Son una opción preferida por muchos debido a su menor riesgo y recuperación más rápida en comparación con las cirugías tradicionales.
Los tratamientos quirúrgicos son necesarios para manejar piedras grandes o complejas que no pueden ser tratadas con métodos no invasivos.
Atención de alta calidad con un toque humano y empatía para las necesidades de cada paciente.